miércoles 09 2013

LO VIERON ANDAR SOBRE EL LAGO

1 Juan 4,11-18

Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.





Salmo 71
 
Dios mío, confía tu juicio al rey, / tu justicia al hijo de reyes, / para que rija a tu pueblo con justicia, / a tus humildes con rectitud. R.

Que los reyes de Tarsis y de las islas / le paguen tributo. / Que los reyes de Saba y de Arabia / le ofrezcan sus dones; / que se postren ante él todos los reyes, / y que todos los pueblos le sirvan. R.

Él librará al pobre que clamaba, / al afligido que no tenía protector; / él se apiadará del pobre y del indigente, / y salvará la vida de los pobres. R.





Marcos 6,45-52

 



Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.

Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: "Ánimo, soy yo, no tengáis miedo." Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.



COMENTARIO

1. El amor perfecto expulsa el temor
 

1.1 El amor hace visible a Dios, pues "a Dios nadie lo ha visto nunca; si nosotros nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros". Sucede así porque el amor hizo visible a Dios, según las palabras del arcángel a la Santa Virgen: "el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1,35). La carne de Jesús es la manifestación visible, el punto hacia donde nuestros ojos pueden dirigirse cuando quieren saber qué significa "amor".

1.2 Ahora es nuestra carne, es nuestra conducta, nuestro modo de ser en este mundo, quien irradia el misterio divino. Hemos recibido la vida "que se ha manifestado" (1 Jn 1,2) y por eso manifestamos esa vida como la manifestó Jesús, en el amor de unos por otros. Es el fruto natural de aquello que hemos recibido creyendo en al Autor de la vida. De esta manera, la fe se vuelve amor; la escucha a la Palabra se vuelve obediencia a sus mandamientos; la profesión de la fe se vuelve un modo de ser y vivir.

1.3 Es lógico entonces afirmar que quien permanece en este amor que brota de la revelación divina lleva a Dios en sí, y quien le tiene no le teme. No tememos la llegada porque ya nos gozamos en la presencia. Y sin embargo, es más lo que esperamos que lo que tenemos. Esperamos el día del juicio, pero ese juicio no cambia sino que perfecciona lo que ya sido juzgado y expulsado de nosotros, es decir, el pecado y al autor del pecado. No tememos porque ya hemos pasado por ese juicio y ese juicio fue libertad para nosotros y castigo para la maldad que nos hacía daño.

2. Las otras epifanías

2.1 Estos días posteriores a la solemnidad de la Epifanía tienen sus ecos, y esto se ve particularmente en los textos evangélicos que la Iglesia nos regala para la Santa Misa.

2.2 Hay en esta escogencia un hecho muy bello. Si recordamos, las lecturas del adviento nos hablaban precisamente de cómo habrían de manifestarse la fidelidad y la misericordia de Dios en el Mesías. Lo que estamos leyendo es el cumplimiento de esas promesas. De ese modo, cabe decir que la epifanía es la sobreabundante respuesta al adviento.

2.3 Ayer escuchábamos el relato de la multiplicación de los panes. Una epifanía maravillosa de la bondad de Dios pero también un mensaje claro sobre su majestad, que no tiene fronteras. Hoy, de algún modo, el milagro se prolonga. Cristo se acerca a la barca caminando sobre el agua. Apenas podemos imaginarnos lo que esto significaba para aquellos galileos, herederos del pavor judío hacia las masas de agua. El pánico les hace gritar como niños aterrados, y es necesaria la voz de Jesús para que recobren la calma, no sin dejar de notar que el viaje se ha acortado misteriosamente.

2.4 Estamos, pues, ante una espectacular epifanía digna de una película de ficción. Mas ya sabemos que a Jesús no le interesa la ostentación; no es ése su móvil entonces cuando se acerca a ellos de un modo tan particular. Yo aventuro una hipótesis.

2.5 Cristo quería llevarlos a las tierras de sus miedos. También el miedo necesita ser evangelizado. El terror reporta poder sobre la raza humana y es capaz de adueñarse de nuestras decisiones y preferencias. Cristo se hace presente en ese "mar" de nuestros terrores más profundos para "exorcizar" de nosotros la fuerza que la oscuridad, la ignorancia y las tradiciones populares han alcanzado. Él es el Señor, y su señorío no puede ni debe entenderse por el viento, el mar, los recuerdos o las historias que van de boca en boca. Sólo es el Rey. Sólo Él.




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SAN MARCOS, CAPÍTULO 6

 


Visita de Jesús a Nazaret
Mateo 13, 53-58 / Lucas 4, 16-24

6:1 Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
6:2 Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
6:3 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, Mateo 13, 55 Hechos 15, 13 Gálatas 1, 19 Santiago 1, 1 de José, de Judas Mateo 13, 55 Judas 1 y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
6:4 Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, Mateo 13, 57 Lucas 4, 24 Juan 4, 44 en su familia y en su casa".
6:5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
6:6 Y él se asombraba de su falta de fe.

Misión de los Doce
Mateo 10, 5-10 / Lucas 9, 1-6

Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
6:7 Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
6:8 Y les ordenó Lucas 9, 3 Lucas 10, 4-11 que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero;
6:9 que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.
6:10 Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
6:11 Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Mateo 10, 14 Lucas 9, 5 Lucas 10, 11 Hechos 13, 51
6:12 Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión;
6:13 expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. Santiago 5, 14

Juicio de Herodes sobre Jesús
Mateo 14, 1-2 / Lucas 9, 7-9

6:14 El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: "Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".
6:15 Otros afirmaban: "Es Elías". Y otros: "Es un profeta como los antiguos". Mateo 14, 1-2 Mateo 16, 14 Marcos 8, 28 Lucas 9, 7-8 Lucas 9, 19
6:16 Pero Herodes, al oír todo esto, decía: "Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado".

La muerte de Juan el Bautista
Mateo 14, 3-12 / Lucas 3, 19-20

6:17 Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan Mateo 4, 12 Mateo 14, 3 Lucas 3, 19-20 a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.
6:18 Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Levítico 18, 16 Levítico 20, 21 Mateo 14, 4 Lucas 3, 19-20
6:19 Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,
6:20 porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
6:21 Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.
6:22 La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré".
6:23 Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
6:24 Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?" "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.
6:25 La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
6:26 El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.
6:27 En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
6:28 El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
6:29 Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

La primera multiplicación de los panes
Mateo 14, 13-21 / Lucas 9, 10-17 / Juan 6, 1-13

6:30 Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
6:31 Él les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
6:32 Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
6:33 Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
6:34 Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, 1 Reyes 22, 17 2 Crónicas 18, 16 Ezequiel 34, 5 Zacarías 10, 2 Mateo 9, 36 y estuvo enseñándoles largo rato.
6:35 Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde.
6:36 Despide a la gente, para que vaya a los campos y pueblos cercanos a comprar algo para comer".
6:37 Él respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Ellos le dijeron: "Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos".
6:38 Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Después de averiguarlo, dijeron: "Cinco panes y dos pescados".
6:39 Él les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde,
6:40 y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
6:41 Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.
6:42 Todos comieron hasta saciarse,
6:43 y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado.
6:44 Los que comieron eran cinco mil hombres.

Jesús camina sobre el agua
Mateo 14, 22-33 / Juan 6, 16-21

6:45 En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.
6:46 Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.
6:47 Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.
6:48 Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.
6:49 Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar,
6:50 porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló en seguida y les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
6:51 Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor,
6:52 porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.

Curaciones en la región de Genesaret
Mateo 14, 34-36

6:53 Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
6:54 Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
6:55 y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
6:56 En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.



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