miércoles 17 2013

'' SE LO REVELAS A LOS PEQUEÑOS '' ( Mateo 11, 25 - 27 )

Miércoles de la decimoquinta semana del tiempo ordinario

Libro del Exodo 3,1-6.9-12.
 

Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb.
Allí se le apareció el Angel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse,
Moisés pensó: "Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?".
Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!". "Aquí estoy", respondió el.
Entonces Dios le dijo: "No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa".
Luego siguió diciendo: "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios.
El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto cómo son oprimidos por los egipcios.
Ahora ve, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas".
Pero Moisés dijo a Dios: "¿Quién soy yo para presentarme ante el Faraón y hacer salir de Egipto a los israelitas?".
"Yo estaré contigo, le dijo Dios, y esta es la señal de que soy yo el que te envía: después que hagas salir de Egipto al pueblo, ustedes darán culto a Dios en esta montaña".






Salmo 103(102),1-2.3-4.6-7.


Bendice al Señor, alma mía, alabe todo mi ser su santo Nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
El perdona todas tus ofensas y te cura de todas tus dolencias.
El rescata tu vida de la tumba, te corona de amor y de ternura.
El Señor obra en justicia y a los oprimidos les da lo que es debido.
Reveló sus caminos a Moisés y a los hijos de Israel sus proezas.






Evangelio según San Mateo 11,25-27.

 
 
En esa oportunidad, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.




Leer el comentario del Evangelio por : Guillermo de San Thierry
“Se lo revelas a los pequeños”
 


Oh alma fiel, cuando tu fe se vea rodeada de incertidumbre y tu débil razón no comprenda los misterios demasiado elevados, di sin miedo, no por deseo de oponerte, sino por anhelo de profundizar (como María): “¿Cómo será eso?” (Lc 1,34). Que tu pregunta se convierta en oración, que sea amor, piedad, deseo humilde. Que tu pregunta no pretenda escrutar con suficiencia la majestad divina, sino que busque la salvación en aquellos mismos medios de salvación que Dios nos ha dado.

    Pues nadie conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está en él; y, del mismo modo, lo intimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios (1Co 2,11). Apresúrate, pues, a participar del Espíritu Santo: cuando se le invoca, ya está presente; es más, si no hubiera estado presente no se le habría podido invocar. Cuando se le llama, viene, y llega con la abundancia de las bendiciones divinas. Él es aquella impetuosa corriente que alegra la ciudad de Dios (Sal. 45,5). Si al venir te encuentra humilde, sin inquietud, lleno de temor ante la palabra divina, se posará sobre ti (Lc 1,35) y te revelará lo que Dios esconde a los sabios y entendidos de este mundo. Y, poco a poco, se irán esclareciendo ante tus ojos todos aquellos misterios que la Sabiduría (1Co 1,24) reveló a sus discípulos cuando convivía con ellos en el mundo, pero que ellos no pudieron comprender antes de la venida del Espíritu de verdad, que debía llevarlos hasta la verdad plena. (Jn 16,12-13).



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EL MISTERIO DEL REINO DE LOS CIELOS
SAN MATEO, CAPÍTULO 11

 

Los signos mesiánicos
Lucas 7, 18-35

11:1 Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.
11:2 Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle:
11:3 "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?"
11:4 Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven:
11:5 los ciegos ven y los paralíticos caminan; Isaías 35, 6 Lucas 7, 22 los leprosos son purificados y los sordos oyen; Isaías 35, 5 los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. Isaías 61, 1 Lucas 7, 22
11:6 ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!"

Testimonio de Jesús sobre Juan el Bautista
Lucas 7, 24-30

11:7 Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
11:8 ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes.
11:9 ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.
11:10 Él es aquel de quien está escrito:
Yo envío a mi mensajero delante de ti,
para prepararte el camino. Éxodo 23, 20 Malaquías 3, 1 Marcos 1, 2 Lucas 1, 76 Lucas 7, 27
11:11 Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
11:12 Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo.
11:13 Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan. Lucas 16, 16
11:14 Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver. Malaquías 3, 22 Mateo 17, 10-13 Marcos 9, 11-13 Lucas 1, 17 Juan 1, 21
11:15 ¡El que tenga oídos, que oiga!

Reproche de Jesús a sus compatriotas
Lucas 7, 31-35

11:16 ¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
11:17 "¡Les tocamos la flauta,
y ustedes no bailaron!
¡Entonamos cantos fúnebres,
y no lloraron!"
11:18 Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: "¡Ha perdido la cabeza!"
11:19 Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores". Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".

Lamentación por las ciudades de Galilea
Lucas 10, 13-16

11:20 Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido.
11:21 "¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro Isaías 23, 1 Ezequiel 26, 1--28, 19 Joel 4, 4-8 Amós 1, 9-10 Zacarías 9, 1-4 Lucas 10, 13-14 y en Sidón, Ezequiel 28, 21 Joel 4, 4-8 Zacarías 9, 1-2 Lucas 10, 13-14 hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza.
11:22 Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
11:23 Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Isaías 14, 15 Lucas 10, 15 Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, Génesis 19, 25 Mateo 10, 15 Lucas 10, 12 Lucas 17, 29 2 Pedro 2, 6 Judas 7 esa ciudad aún existiría. Mateo 10, 15
11:24 Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú".

La revelación del Evangelio a los humildes
Lucas 10, 21-24

11:25 En aquel tiempo, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
11:26 Sí, Padre, porque así lo has querido.
11:27 Todo me ha sido dado por mi Padre, Lucas 10, 22 Juan 3, 35 y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo Lucas 10, 22 Juan 10, 15 y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
11:28 Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
11:29 Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Jeremías 6, 16
11:30 Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".



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