lunes 29 2013

'' UNA MUJER QUE SE LLAMABA MARTA LO RECIBIÓ EN SU CASA ''

 Memoria de santa Marta

Epístola I de San Juan 4,7-16.
 

Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él.
Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu.
Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.
El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.





Salmo 34(33),2-11.
 

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
no cesará mi boca de alabarlo.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Engrandezcan conmigo al Señor
y ensalcemos a una su nombre.
Busqué al Señor y me dio una respuesta
y me libró de todos mis temores.

Mírenlo a él y serán iluminados
y no tendrán más cara de frustrados.
Este pobre gritó y el Señor lo escuchó,
y lo salvó de todas sus angustias.

El ángel del Señor hace sus rondas
junto a los que le temen y los guarda.
Gusten y vean cuán bueno es el Señor
¡dichoso aquel que busca en él asilo!

Teme al Señor, pueblo de los santos,
pues nada les falta a los que le temen.
Los ricos se han quedado pobres y con hambre,
pero a los que buscan al Señor nada les falta.




Evangelio según San Juan 11,19-27.









Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".




Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín
«Una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa» (Lc 10,38)

 

Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. (Mt 25,40) Por lo demás, tú, Marta –dicho sea con tu venia, y bendita seas por tus buenos servicios–, buscas el descanso como recompensa de tu trabajo. Ahora estás ocupada en los mil detalles de tu servicio, quieres alimentar unos cuerpos que son mortales, aunque ciertamente son de santos; pero ¿por ventura, cuando llegues a la patria celestial, hallarás peregrinos a quienes hospedar, hambrientos con quienes partir tu pan, sedientos a quienes dar de beber, enfermos a quienes visitar, litigantes a quienes poner en paz, muertos a quienes enterrar?

    Todo esto allí ya no existirá; allí sólo habrá lo que María ha elegido: allí seremos nosotros alimentados, no tendremos que alimentar a los demás. Por esto, allí alcanzará su plenitud y perfección lo que aquí ha elegido María, la que recogía las migajas de la mesa opulenta de la palabra del Señor. ¿Quieres saber lo que allí ocurrirá? Dice el mismo Señor, refiriéndose a sus siervos: Os aseguro que los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo (Lc 12,37).



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LA CERCANÍA DE LA "HORA" DE JESÚS

SAN JUAN,  CAPÍTULO 11



La resurrección de Lázaro
11:1 Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. Lucas 10, 39
11:2 María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo.
11:3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo".
11:4 Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella".
11:5 Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro.
11:6 Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
11:7 Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea".
11:8 Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?"
11:9 Jesús les respondió:
"¿Acaso no son doce las horas del día?
El que camina de día no tropieza,
porque ve la luz de este mundo;
11:10 en cambio, el que camina de noche tropieza,
porque la luz no está en él".
11:11 Después agregó: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo".
11:12 Sus discípulos le dijeron: "Señor, si duerme, se curará".
11:13 Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.
11:14 Entonces les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto,
11:15 y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo".
11:16 Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él".
11:17 Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
11:18 Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros.
11:19 Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
11:20 Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
11:21 Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
11:22 Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
11:23 Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
11:24 Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
11:25 Jesús le dijo:
"Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
11:26 y todo el que vive y cree en mí,
no morirá jamás.
¿Crees esto?"
11:27 Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
11:28 Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama".
11:29 Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro.
11:30 Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado.
11:31 Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
11:32 María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto".
11:33 Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado,
11:34 preguntó: "¿Dónde lo pusieron?" Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás".
11:35 Y Jesús lloró. 36 Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!"
11:37 Pero algunos decían: "Este, que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podía impedir que Lázaro muriera?"
11:38 Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima,
11:39 y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto".
11:40 Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?"
11:41 Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
"Padre, te doy gracias porque me oíste.
11:42 Yo sé que siempre me oyes,
pero lo he dicho por esta gente que me rodea,
para que crean que tú me has enviado".
11:43 Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!"
11:44 El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar".

La conspiración contra Jesús
Mateo 26, 1-5 / Marcos 14, 1-2 / Lucas 22, 1-6

11:45 Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
11:46 Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
11:47 Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos.
11:48 Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación".
11:49 Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no comprenden nada.
11:50 ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?"
11:51 No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación,
11:52 y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
11:53 A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús.
11:54 Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí permaneció con sus discípulos.
11:55 Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse.
11:56 Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: "¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?"
11:57 Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.



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