Mucho se ha escrito referente a la Santísima Virgen y siempre se la ha reconocido como Reina.
La Iglesia la proclama Reina doce veces: Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los confesores, de las vírgenes, de los mártires, de todos los santos, del Santísimo Rosario, de la paz, concebida sin pecado original y llevada a los cielos.
La Virgen de Guadalupe tiene el título de emperatriz. También los santos hablan de ella como Reina: San Atanasio: Si el Hijo es Rey, la madre debe ser llamada Reina y estimada como tal, opinión que comparte San Ruperto.
San Bernardino: Por haber dado su consentimiento para ser Madre del Redentor, mereció ser constituida Reina del mundo y de todas las criaturas. María es llamada Reina de Misericordia pues su labor es ejercer la compasión y alcanzar el perdón de Dios para los hombres.
Pareciera que tiene el encargo de repartir los tesoros de la misericordia de Dios.
Himno (laudes)
Viene del trono de David profeta
Y, radiante de luz, gloriosa brillas
Y, en carro de querubes, te levantas,
Virgen María.
Recibes en tu seno inmaculado
Al Hijo de quien eres sierva e hija;
Dios en tu vientre virginal se humana,
Virgen María.
Tú misma adoras, en tu casto seno,
A quien el cielo adora de rodillas
Y a quien pedimos la celeste gloria.
Virgen María.
Danos, Señor y Padre de las luces,
Que vives en eternas alegrías,
Habitar con la Reina de los cielos,
Virgen María. Amén
Señor, Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la Madre de tu Hijo, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria que tienes preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Himno (vísperas)
De hermosas contradicciones
Te vemos, Reina, adornada,
Muy mujer para divina,
Muy celestial para humana.
Con admiración, en ella
Se ve la ley derogada,
Muy humilde para Reina,
Muy exenta para esclava.
Por su caudillo la tienen
Las celestiales escuadras,
Para combatir muy tierna,
Para niña muy armada.
La dignidad de que goza
Con su modestia batalla,
Para mandar muy pequeña,
Para humillarse muy alta.
Une en sus divinos ojos
Al temor la confianza,
Muy terrible para hermosa,
Para espantar muy amada.
Colocada en el empíreo,
En la celestial morada,
Corto solio a su grandeza,
A su humildad mucho alcázar. Amén
Señor, Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la Madre de tu Hijo, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria que tienes preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
La Iglesia la proclama Reina doce veces: Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los confesores, de las vírgenes, de los mártires, de todos los santos, del Santísimo Rosario, de la paz, concebida sin pecado original y llevada a los cielos.
La Virgen de Guadalupe tiene el título de emperatriz. También los santos hablan de ella como Reina: San Atanasio: Si el Hijo es Rey, la madre debe ser llamada Reina y estimada como tal, opinión que comparte San Ruperto.
San Bernardino: Por haber dado su consentimiento para ser Madre del Redentor, mereció ser constituida Reina del mundo y de todas las criaturas. María es llamada Reina de Misericordia pues su labor es ejercer la compasión y alcanzar el perdón de Dios para los hombres.
Pareciera que tiene el encargo de repartir los tesoros de la misericordia de Dios.
Himno (laudes)
Viene del trono de David profeta
Y, radiante de luz, gloriosa brillas
Y, en carro de querubes, te levantas,
Virgen María.
Recibes en tu seno inmaculado
Al Hijo de quien eres sierva e hija;
Dios en tu vientre virginal se humana,
Virgen María.
Tú misma adoras, en tu casto seno,
A quien el cielo adora de rodillas
Y a quien pedimos la celeste gloria.
Virgen María.
Danos, Señor y Padre de las luces,
Que vives en eternas alegrías,
Habitar con la Reina de los cielos,
Virgen María. Amén
Señor, Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la Madre de tu Hijo, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria que tienes preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Himno (vísperas)
De hermosas contradicciones
Te vemos, Reina, adornada,
Muy mujer para divina,
Muy celestial para humana.
Con admiración, en ella
Se ve la ley derogada,
Muy humilde para Reina,
Muy exenta para esclava.
Por su caudillo la tienen
Las celestiales escuadras,
Para combatir muy tierna,
Para niña muy armada.
La dignidad de que goza
Con su modestia batalla,
Para mandar muy pequeña,
Para humillarse muy alta.
Une en sus divinos ojos
Al temor la confianza,
Muy terrible para hermosa,
Para espantar muy amada.
Colocada en el empíreo,
En la celestial morada,
Corto solio a su grandeza,
A su humildad mucho alcázar. Amén
Señor, Dios nuestro, que nos has dado como madre y como reina a la Madre de tu Hijo, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria que tienes preparada a tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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