martes 18 2014

GUARDAOS DE LA LEVADURA DE LOS FARISEOS

Día litúrgico: Martes VI del tiempo ordinario









Texto del Evangelio (Mc 8,14-21):
En aquel tiempo, los discípulos se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan. Jesús les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». Ellos hablaban entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes para los cinco mil? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?». «Doce», le dicen. «Y cuando partí los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete». Y continuó: «¿Aún no entendéis?».

Comentario: Rev. P. Juan Carlos CLAVIJO Cifuentes (Bogotá, Colombia)


            Guardaos de la levadura de los fariseos
 

Hoy —una vez más— vemos la sagacidad del Señor Jesús. Su actuar es sorprendente, ya que se sale del común de la gente, es original. Él viene de realizar unos milagros y se está trasladando a otro sector en donde la Gracia de Dios también debe llegar. En ese contexto de milagros, ante un nuevo grupo de personas que lo espera, es cuando les advierte: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes» (Mc 8,15), pues ellos —los fariseos y los de Herodes— no quieren que la Gracia de Dios sea conocida, y más bien se la pasan cundiendo al mundo de mala levadura, sembrando cizaña.

La fe no depende de las obras, pues «una fe que nosotros mismos podemos determinar, no es en absoluto una fe» (Benedicto XVI). Al contrario, son las obras las que dependen de la fe. Tener una verdadera y autentica fe implica una fe activa, dinámica; no una fe condicionada y que sólo se queda en lo externo, en las apariencias, que se va por las ramas… La nuestra debe ser una fe real. Hay que ver con los ojos de Dios y no con los del hombre pecador: «¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada?» (Mc 8,17).

El reino de Dios se expande en el mundo como cuando se coloca una medida de levadura en la masa; ella crece sin que se sepa cómo. Así debe ser la autentica fe, que crece en el amor de Dios. Por tanto, que nada ni nadie nos distraiga del verdadero encuentro con el Señor y su mensaje salvador. El Señor no pierde ocasión para enseñar y eso lo sigue haciendo hoy día: «Nos hemos de liberar de la falsa idea de que la fe ya no tiene nada que decir a los hombres de hoy» (Benedicto XVI).

Comentario: + Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué (Manresa, Barcelona, España)


     ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?
 

Hoy notamos que Jesús —como ya le pasaba con los Apóstoles— no siempre es comprendido. A veces se hace difícil. Por más que veamos prodigios, y que se digan las cosas claras, y se nos comunique buena doctrina, merecemos su reprensión: «¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada?» (Mc 8,17).

Nos gustaría decirle que le entendemos y que no tenemos el entendimiento ofuscado, pero no nos atrevemos. Sí que osamos, como el ciego, hacerle esta súplica: «Señor, que vea» (Lc 18,41), para tener fe, y para ver, y como el salmista dice: «Inclina mi corazón a tus dictámenes, y no a ganancia injusta» (Sal 119,36) para tener buena disposición, escuchar y acoger la Palabra de Dios y hacerla fructificar.

Será bueno también, hoy y siempre, hacer caso a Jesús que nos alerta: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos» (Mc 8,15), alejados de la verdad, “maniáticos cumplidores”, que no son adoradores en Espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23), y «de la levadura de Herodes», orgulloso, despótico, sensual, que sólo quiere ver y oír a Jesús para complacerse.

Y, ¿cómo preservarnos de esta “levadura”? Pues haciendo una lectura continua, inteligente y devota de la Palabra de Dios y, por eso mismo, “sabia”, fruto de ser «piadosos como niños: pero no ignorantes, porque cada uno ha de esforzarse, en la medida de sus posibilidades, en el estudio serio, científico de la fe (...). Piedad de niños, pues, y doctrina segura de teólogos» (San Josemaría).

Así, iluminados y fortalecidos por el Espíritu Santo, alertados y conducidos por los buenos Pastores, estimulados por los cristianos y cristianas fieles, creeremos lo que hemos de creer, haremos lo que hemos de hacer. Ahora bien, hay que “querer” ver: «Y el Verbo se hizo carne» (Jn 1,14), visible, palpable; hay que “querer” escuchar: María fue el “cebo” para que Jesús dijera: «Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan» (Lc 11,28).



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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
CAPÍTULO 8



La segunda multiplicación de los panes
Mateo 15, 32-39

8:1 En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
8:2 "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer.
8:3 Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos".
8:4 Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?"
8:5 Él les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron: "Siete".
8:6 Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud.
8:7 Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.
8:8 Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.
8:9 Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió.
8:10 En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.

El signo rehusado a los fariseos
Mateo 12, 38-42 / Mateo 16, 1-4 / Lucas 11, 29-32

8:11 Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Mateo 12, 38 Mateo 16, 1 Lucas 11, 16
8:12 Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Mateo 12, 39 Mateo 16, 4 Lucas 11, 29 Les aseguro que no se le dará ningún signo".
8:13 Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.

Advertencia contra la actitud de los fariseos y de Herodes
Mateo 16, 5-12

8:14 Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.
8:15 Jesús les hacía esta recomendación: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos Mateo 16, 6 Lucas 12, 1 y de la levadura de Herodes".
8:16 Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.
8:17 Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.
8:18 Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. Isaías 6, 9-10 Jeremías 5, 21 Ezequiel 12, 2 Marcos 9, 18-19 ¿No recuerdan
8:19 cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?". Ellos le respondieron: "Doce".
8:20 "Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?". Ellos le respondieron: "Siete".
8:21 Entonces Jesús les dijo: "¿Todavía no comprenden?"

Curación de un ciego
8:22 Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara.
8:23 Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?"
8:24 El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan".
8:25 Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad.
8:26 Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo".

La profesión de fe de Pedro
Mateo 16, 13-20 / Lucas 9, 18-21 / Juan 6, 64-71

8:27 Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
8:28 Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". Mateo 14, 1-2 Mateo 16, 14 Marcos 6, 14-15 Lucass 9, 7-8 Lucas 9, 19
8:29 "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Mateo 16, 16 Lucas 9, 20 Juan 6, 68-69
8:30 Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.

El primer anuncio de la Pasión
Mateo 16, 21-23 / Lucas 9, 22

8:31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; Mateo 16, 21 Mateo 17, 23 Mateo 20, 19 Mateo 27, 63 Marcos 9, 31 Marcos 10, 33-34 Lucas 9, 22 Lucas 18, 31-33
8:32 y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
8:33 Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

Condiciones para seguir a Jesús
Mateo 16, 24-28 / Lucas 9, 23-27

8:34 Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mateo 10, 38 Mateo 16, 24 Lucas 9, 23 Lucas 14, 26-27
8:35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. Mateo 10, 39 Mateo 16, 25 Lucas 9, 24 Lucas 17, 33 Juan 12, 25
8:36 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?
8:37 ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
8:38 Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles". Mateo 10, 32 Lucas 9, 26 Lucas 12, 8 Apocalipsis 3, 5.


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