miércoles 01 2014

'' SÍGUEME ''

Día litúrgico: Miércoles XXVI del tiempo ordinario




Texto del Evangelio (Lc 9,57-62):
En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

Comentario: Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)


                                       Sígueme
 

Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar, con mucha claridad y no menor insistencia, sobre un punto central de nuestra fe: el seguimiento radical de Jesús. «Te seguiré adondequiera que vayas» (Lc 9,57). ¡Con qué simplicidad de expresión se puede proponer algo capaz de cambiar totalmente la vida de una persona!: «Sígueme» (Lc 9,59). Palabras del Señor que no admiten excusas, retrasos, condiciones, ni traiciones...

La vida cristiana es este seguimiento radical de Jesús. Radical, no sólo porque toda su duración quiere estar bajo la guía del Evangelio (porque comprende, pues, todo el tiempo de nuestra vida), sino -sobre todo- porque todos sus aspectos -desde los más extraordinarios hasta los más ordinarios- quieren ser y han de ser manifestación del Espíritu de Jesucristo que nos anima. En efecto, desde el Bautismo, la nuestra ya no es la vida de una persona cualquiera: ¡llevamos la vida de Cristo inserta en nosotros! Por el Espíritu Santo derramado en nuestros corazones, ya no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo quien vive en nosotros. Así es la vida cristiana, porque es vida llena de Cristo, porque rezuma Cristo desde sus más profundas raíces: es ésta la vida que estamos llamados a vivir.

El Señor, cuando vino al mundo, aunque «todo el género humano tenía su lugar, Él no lo tuvo: no encontró lugar entre los hombres (...), sino en un pesebre, entre el ganado y los animales, y entre las personas más simples e inocentes. Por esto dice: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’» (San Jerónimo). El Señor encontrará lugar entre nosotros si, como Juan el Bautista, dejamos que Él crezca y nosotros menguamos, es decir, si dejamos crecer a Aquel que ya vive en nosotros siendo dúctiles y dóciles a su Espíritu, la fuente de toda humildad e inocencia.


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EVANGELIO DE SAN LUCAS
CAPÍTULO 9
 

Misión de los Doce
Mateo 10, 5-10 / Marcos 6, 7-13

9:1 Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.
9:2 Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,
9:3 diciéndoles: Marcos 6, 8 Lucas 10, 4-11 "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.
9:4 Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.
9:5 Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Mateo 10, 14 Marcos 6, 11 Lucas 10, 11 Hechos 13, 51
9:6 Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.

Incertidumbre de Herodes frente a Jesús
Mateo 14, 1-2 / Marcos 6, 14-16

9:7 El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado".
9:8 Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado". Mateo 14, 1-2 Mateo 16, 14 Marcos 6, 14-15 Marcos 8, 28 Lucas 9, 19
9:9 Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?" Y trataba de verlo.

La multiplicación de los panes
Mateo 14, 13-21 / Marcos 6, 30-44 / Juan 6, 1-15

9:10 Al regresar, los Apóstoles contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Él los llevó consigo, y se retiró a solas con ellos hacia una ciudad llamada Betsaida.
9:11 Pero la multitud se dio cuenta y lo siguió. Él los recibió, les habló del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados.
9:12 Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: "Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto".
9:13 Él les respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Pero ellos dijeron: "No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente".
9:14 Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: "Háganlos sentar en grupos de cincuenta".
9:15 Y ellos hicieron sentar a todos.
9:16 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud.
9:17 Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.

La profesión de fe de Pedro
Mateo 16, 13-20 / Marcos 8, 27-30 / Juan 6, 64-71

9:18 Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
9:19 Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". Mateo 14, 1-2 Mateo 16, 14 Marcos 6, 14-15 Marcos 8, 28 Lucas 9, 7-8
9:20 "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Mateo 16, 16 Marcos 8, 29 Juan 6, 68-69
9:21 Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.

El primer anuncio de la Pasión
Mateo 16, 21-23 / Marcos 8, 31-33

9:22 "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día". Mateo 16, 21 Mateo 17, 23 Mateo 20, 19 Mateo 27, 63 Marcos 8, 31 Marcos 9, 31 Marcos 10, 33-34 Lucas 18, 31-33

Condiciones para seguir a Jesús
Mateo 16, 24-28 / Marcos 8, 34-38

9:23 Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Mateo 10, 38 Mateo 16, 24 Marcos 8, 34 Lucas 14, 26-27
9:24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. Mateo 10, 39 Mateo 16, 25 Marcos 8, 35 Lucas 17, 33 Juan 12, 25
9:25 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
9:26 Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. Mateo 10, 32 Marcos 8, 38 Lucas 12, 8 Apocalipsis 3, 5
9:27 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver el Reino de Dios".

La transfiguración de Jesús
Mateo 17, 1-9 / Marcos 9, 2-10

9:28 Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mateo 17, 2 Marcos 9, 2 2 Pedro 1, 17-18
9:29 Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.
9:30 Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
9:31 que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
9:32 Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
9:33 Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Él no sabía lo que decía.
9:34 Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.
9:35 Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". Isaías 42, 1 Mateo 3, 17 Mateo 12, 18 Mateo 17, 5 Marcos 1, 11 Marcos 9, 7 Lucas 3, 22 2 Pedro 1, 17
9:36 Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

Curación de un endemoniado epiléptico
Mateo 17, 14-20 / Marcos 9, 14-29

9:37 Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, una multitud vino a su encuentro.
9:38 De pronto, un hombre gritó: "Maestro, por favor, mira a mi hijo, el único que tengo.
9:39 Cada tanto un espíritu se apodera de él y se pone a gritar; lo sacude con violencia y le hace echar espuma por la boca. A duras penas se aparta de él, dejándolo extenuado.
9:40 Les pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron".
9:41 Jesús le respondió: "Generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo estaré con ustedes y tendré que soportarlos? Trae aquí a tu hijo".
9:42 El niño se estaba acercando, cuando el demonio lo arrojó al suelo y lo sacudió violentamente. Pero Jesús increpó al espíritu impuro, curó al niño y lo entregó a su padre.
9:43 Todos estaban maravillados de la grandeza de Dios.

El segundo anuncio de la Pasión
Mateo 17, 22-23 / Marcos 9, 30-32

Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
9:44 "Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres".
9:45 Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.

La verdadera grandeza
Mateo 18, 1-5 / Marcos 9, 33-37

9:46 Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Mateo 18, 1 Marcos 9, 34 Lucas 22, 24
9:47 Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo,
9:48 les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; Mateo 10, 40 Mateo 18, 5 Marcos 9, 37 Marcos 9, 41 Lucas 10, 16 Juan 13, 20 porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande".

La intolerancia de los Apóstoles
Mateo 10, 40-42 / Marcos 9, 38-41

9:49 Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros".
9:50 Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".

LA SUBIDA DE JESÚS A JERUSALÉN

El paso de Jesús por Samaría
9:51 Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén
9:52 y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento.
9:53 Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
9:54 Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?" 2 Reyes 1, 10 2 Reyes 1, 12
9:55 Pero él se dio vuelta y los reprendió.
9:56 Y se fueron a otro pueblo.

Exigencias de la vocación apostólica
Mateo 8, 18-22

9:57 Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!"
9:58 Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
9:59 Y dijo a otro: "Sígueme". Él respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". 1 Reyes 19, 20
9:60 Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".
9:61 Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos".
9:62 Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".


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