PARÁBOLAS DE JESÚS
Por: P Clemente González | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-13
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: "¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando." Se dijo a sí mismo el administrador: "¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas." Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" Respondió: "Cien medidas de aceite." Él le dijo: "Toma tu recibo, siéntate enseguida y escribe cincuenta." Después dijo a otro: "Tú, ¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de trigo." Dícele: "Toma tu recibo y escribe ochenta." El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
Reflexión:
Cristo nos muestra otra parte de su amor misericordioso con este pasaje evangélico. Y nos enseña la vértebra del perdón, del olvido por las ofensas que nos han cometido. El hombre rico que el evangelio nos retrata es un hombre que perdona a su administrador infiel precisamente porque éste perdona la mitad de la deuda de aquellos hombres que le debían. Y por lo visto esta actitud, tan extraña hoy día, fue la que movió el corazón del hombre rico para perdonar a su administrador.
Esto quiere decir claramente que Cristo mira con especial predilección aquellos corazones que saben perdonar y olvidar. ¿Acaso Cristo no perdonó a los que le crucificaron? Por encima de la justicia está la caridad y el perdón. Y ¿Cuánto cambiaríamos en nuestras vidas, en nuestras familias, en el mundo entero si juzgásemos a los que nos caen mal y a los que nos han hecho algún mal con la ley del perdón? Contaríamos con un mundo más humano y por lo tanto más cristiano porque el perdón y la caridad son entre todos los bautizados el signo que nos distingue de los demás hombres.
Por otro lado, no pensemos que el perdón es la salida de los que no pueden defenderse de las burlas de los otros. Perdonar es hacer un acto de virtud y “ganar puntos” para el día del juicio. En nuestra vida no hay duda de que nos ocurrirán momentos en los que consideraremos que se nos hace una injusticia y sin embargo, cuántos de estos momentos podríamos juzgarlos como Cristo los juzgó. Con la ley del perdón por amor a los hombres. Aprendamos del ejemplo de nuestro maestro siguiendo su ejemplo de perdón.
Por: P Clemente González | Fuente: Catholic.net
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