domingo 04 2013

LO QUE HAS ACUMULADO ¿ DE QUIÉN SERÁ ? ( Lucas 12, 13 - 21 )


Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23


¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad!

Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto,

y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado.

También esto es vanidad y grave desgracia.

Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?

De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente.

También esto es vanidad.






Salmo 89
 

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: "Retornad, hijos de Adán." Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. R.

Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.






Colosenses 3, 1-5. 9-11
 

Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.

No sigáis engañándoos unos a otros.

Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo.

En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.







Lucas 12, 13-21
 
 




En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia."

Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?"

Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes."

Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos:

¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha."

Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida."

Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? "

Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."





COMENTARIO

1. El Sentido de la Vida


1.1 Hay preguntas que nosotros las escribimos en nuestro propio lenguaje pero que ciertamente no han empezado a existir cuando nosotros las hemos empezado a decir. El libro del Eclesiastés, por ejemplo, contiene expresiones como las que hemos oído hoy, que tienen un sabor marcadamente "existencialista," si queremos usar esa expresión.

1.2 De fondo, el tema permanente es que la vida requiere renuncias, esfuerzos, padecimientos, y por ello es inevitable preguntarse, en el lenguaje que sea, con más o menos filosofía, si eso, si todo eso, merece la pena. La respuesta de la primera lectura es que no; la respuesta del evangelio de hoy es que se engañan los que piensan que una gran abundancia es compensación justa a una largo esfuerzo.

1.3 Nosotros, lo mismo que los hombres del siglo I o del siglo XIII, preguntamos a nuestra propia manera por el sentido de la vida. No siempre de un modo explícito, es decir, como un tema planteado y abordado; pero sí nos lo preguntamos. El joven que anda aburrido a pesar de que parece tenerlo todo y vivir en un país próspero, la madre de familia que un día se ve hastiada de su rutina y ve con pavor que la amargura se le entra en el alma, el profesor que no sabe si ha valido la pena su vida de esfuerzos y desvelos, el abuelo que se queda mirando el horizonte, esperando la visita que nunca llega... Todos ellos, en su propio modo, están preguntándose si ha valido la pena lo que han sufrido y soñado. Es una pregunta que sencillamente no podemos esquivar; para huir de ella tendríamos que huir de nosotros mismos.

2. La Falsa Solución: Abundancia

2.1 Hay gente que parece no tener que preguntarse más. Son los que la están pasando bien. Están bien provistos y se sienten a salvo, resguardados por sus bienes, su poder, sus ideas brillantes y su lenguaje hábil. La respuesta a la gran pregunta es fácil para ellos: "la vida es para gozarla"; "el mundo es de los avispados." Obran con desenvoltura porque no tienen que pensar en restricciones; y sin embargo, están restringidos al presente y no se dan cuenta que las circunstancias del día de hoy no son eternas.

2.2 Por eso Jesús califica de "necedad" la actitud de los que se fían de sus muchos bienes, como ese rico del evangelio. Uno puede eludir la pregunta por el sentido de la vida encerrándose en la prisión del presente y el hoy, pero hasta esa prisión llega la luz de otra pregunta, la que oímos en el texto: "¿Para quién serán todos tus bienes?" En el fondo esa pregunta contiene una afirmación: si alguien se va a hacer rico con tus riquezas, ¿no es verdad que estás trabajando para él?

2.3 Nuestra condición de seres temporales y finitos nos obliga a buscar en otra dirección. La solución no es encadenarse al aquí y el ahora ni tampoco dedicarnos a cuidar como perros los bienes que pasan, convirtiéndonos más en sus siervos que en sus señores. La temporalidad y la finitud se vencen buscando lo que es permanente e infinito, es decir, buscando en nosotros lo más duradero y propio (aquí llamado, el alma) y sobre todo buscando a Dios, único y real fundamento de cuanto existe y de nosotros mismos.




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Lucas 12
 


1 En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2 Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse.
3 Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados.
4 «Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.

5 Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése.
6 «¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios.
7 Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos.
8 «Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios.

9 Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
10 «A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
11 Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis,
12 porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir.»

13 Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.»
14 El le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?»
15 Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.»
16 Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto;
17 y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?"

18 Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes,
19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea."
20 Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?"
21 Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.»
22 Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis:

23 porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido;
24 fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
25 Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida?
26 Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás?
27 Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.

28 Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
29 Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos.
30 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso.
31 Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura.
32 «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.

33 «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla;
34 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
35 «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas,
36 y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.
37 Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.

38 Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!
39 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa.
40 También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.»
41 Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?»
42 Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente?

43 Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así.
44 De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.
45 Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse,
46 vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.
47 «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes;

48 el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.
49 «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!
50 Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!
51 «¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división.
52 Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres;

53 estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
54 Decía también a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede.
55 Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede.
56 ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?

57 «¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?
58 Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel.
59 Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.



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