sábado 10 2013

'' ...SU GENEROSIDAD DURA POR SIEMPRE. ''

Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir

Carta II de San Pablo a los Corintios 9,6-10.
 

Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio, el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente.
Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.
Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras.
Como dice la Escritura: El justo ha prodigado sus bienes: dio a los pobres y su justicia permanece eternamente.
El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia.






Salmo 112(111),1-2.5-6.7-8.9.
 

¡Aleluya!
¡Feliz el hombre que teme al Señor
y valora mucho sus mandamientos!
Su semilla será pujante en el país,
los retoños del hombre bueno serán benditos.

Le va bien al compasivo y que presta,
y lleva sus negocios en conciencia,
pues nada logrará perturbarlo:
el recuerdo del justo será eterno.

No tiene miedo a las malas noticias,
pues en su corazón confía en el Señor;
su corazón está firme, nada teme,
al final, despreciará a sus adversarios.

Es generoso en dar a los pobres,
su honradez permanece para siempre,
su cuerno aumenta en gloria.





Evangelio según San Juan 12,24-26.

 
 






Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.



Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín
“...su generosidad dura por siempre.” (Sal 111,9)
 

 San Lorenzo era diácono a Roma. Los perseguidores de la Iglesia le pidieron que entregara los tesoros de la Iglesia. Por obtenir el auténtico tesoro en el cielo, Lorenzo se expuso  a unos tormentos de crueldad inenarrable. Fue extendido sobre unas parrillas de fuego. Sin embargo, triunfó de todos los dolores físicos por la fuerza extraordinaria de su caridad y por los auxilios de Aquel que le sostuvo invencible. “Somos obra de sus manos, creados en Cristo Jesús, para realizar las buenas obras que Dios nos señaló de antemano como norma de conducta.” (cf Ef 2,10)

    Esto provocó la cólera de los perseguidores... Lorenzo había dicho: “Mandad venir conmigo gente con carros para llevaros los tesoros de la Iglesia.” Le dieron unos carruajes y los cargó de los pobres y se presentó ante los jefes: “Estos son los tesoros de la Iglesia.”

    Nada más verdadero que esto, hermanos míos. En las necesidades de los pobres se encuentran las grandes riquezas de los cristianos, si comprendemos bien cómo hacer fructificar lo que poseemos. Los pobres están siempre entre nosotros. Si les confiamos nuestras riquezas no las perderemos.




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SAN JUAN,  CAPÍTULO 12



La unción de Jesús en Betania
Mateo 26, 6-13 / Marcos 14, 3-9

12:1 Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado.
12:2 Allí le prepararon un cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
12:3 María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús Mateo 26, 7 Marcos 14, 3 Lucas 7, 38 y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
12:4 Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo:
12:5 "¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?"
12:6 Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
12:7 Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura.
12:8 A los pobres los tienen siempre con ustedes, Deuteronomio 15, 11 Mateo 26, 11 Marcos 14, 7 pero a mí no me tendrán siempre".
12:9 Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado.
12:10 Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro,
12:11 porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén
Mateo 21, 1-11 / Marcos 11, 1-11 / Lucas 19, 29-40

12:12 Al día siguiente, la gran multitud que había venido para la fiesta, se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén.
12:13 Y, tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo:
"¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, Salmo 118, 26 Mateo 21, 9 Mateo 23, 39 Marcos 11, 9 Lucas 13, 35 Lucas 19, 38
el rey de Israel!".
12:14 Al encontrar un asno, Jesús montó sobre él, conforme a lo que está escrito:
12:15 No temas, hija de Sión;
ya viene tu rey,
montado sobre la cría de un asna. Isaías 40, 10 Isaías 62, 11 Zacarías 9, 9 Mateo 21, 5 Apocalipsis 22, 12
12:16 Al comienzo, sus discípulos no comprendieron esto. Pero cuando Jesús fue glorificado, recordaron que todo lo que le había sucedido era lo que estaba escrito acerca de él.
12:17 La multitud que había estado con Jesús cuando ordenó a Lázaro que saliera del sepulcro y lo resucitó, daba testimonio de él.
12:18 Por eso la gente salió a su encuentro, porque se enteraron del signo que había realizado.
12:19 Los fariseos se dijeron unos a otros: "¿Ven que no adelantamos nada? Todo el mundo lo sigue".

La glorificación de Jesús por medio de la muerte
12:20 Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos
12:21 que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: "Señor, queremos ver a Jesús".
12:22 Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús.
12:23 Él les respondió:
"Ha llegado la hora
en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.
12:24 Les aseguro que
si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda solo;
pero si muere,
da mucho fruto.
12:25 El que tiene apego a su vida la perderá; Mateo 10, 39 Mateo 16, 25 Marcos 8, 35 Lucas 9, 24 Lucas 17, 33
y el que no está apegado a su vida en este mundo,
la conservará para la Vida eterna.
12:26 El que quiera servirme, que me siga,
y donde yo esté, estará también mi servidor.
El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
12:27 Mi alma ahora está turbada.
¿Y qué diré:
"Padre, líbrame de esta hora"?
¡Si para eso he llegado a esta hora!
12:28 ¡Padre, glorifica tu Nombre!"
Entonces se oyó una voz del cielo: "Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar".
12:29 La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: "Le ha hablado un ángel".
12:30 Jesús respondió: "Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes.
12:31 Ahora ha llegado el juicio de este mundo,
ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;
12:32 y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí".
12:33 Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.
12:34 La multitud le respondió: "Sabemos por la Ley que el Mesías permanecerá para siempre. ¿Cómo puedes decir: "Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto"? ¿Quién es ese Hijo del hombre?"
12:35 Jesús les respondió:
"La luz está todavía entre ustedes,
pero por poco tiempo.
Caminen mientras tengan la luz,
no sea que las tinieblas los sorprendan:
porque el que camina en tinieblas no sabe a dónde va.
12:36 Mientras tengan luz,
crean en la luz
y serán hijos de la luz".

La fe y la incredulidad
Después de hablarles así, Jesús se fue y se ocultó de ellos.
12:37 A pesar de los muchos signos que hizo en su presencia, ellos no creyeron en él.
12:38 Así debía cumplirse el oráculo del profeta Isaías, que dice:
Señor, ¿quién ha creído en nuestra palabra?
¿A quién fue revelado el poder del Señor? Isaías 53, 1
12:39 Ellos no podían creer, porque como dijo también Isaías:
12:40 El ha cegado sus ojos
y ha endurecido su corazón,
para que sus ojos no vean
y su corazón no comprenda,
para que no se conviertan
ni yo los cure. Isaías 6, 10 Mateo 13, 14-15 Marcos 4, 12 Lucas 8, 10 Hechos 28, 26,27
12:41 Isaías dijo esto, porque vio la gloria de Jesús y habló acerca de él.
12:42 Sin embargo, muchos creyeron en él, aun entre las autoridades, pero a causa de los fariseos no lo manifestaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
12:43 Preferían la gloria de los hombres a la gloria de Dios.
12:44 Jesús exclamó:
"El que cree en mí,
en realidad no cree en mí,
sino en aquel que me envió.
12:45 Y el que me ve,
ve al que me envió.
12:46 Yo soy la luz,
y he venido al mundo
para que todo el que crea en mí
no permanezca en las tinieblas.
12:47 Al que escucha mis palabras y no las cumple,
yo no lo juzgo,
porque no vine a juzgar al mundo,
sino a salvarlo.
12:48 El que me rechaza y no recibe mis palabras,
ya tiene quien lo juzgue:
la palabra que yo he anunciado
es la que lo juzgará en el último día.
12:49 Porque yo no hablé por mí mismo:
el Padre que me ha enviado
me ordenó lo que debía decir y anunciar;
12:50 y yo sé que su mandato es Vida eterna.
Las palabras que digo,
las digo como el Padre me lo ordenó".



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